Después de leer Levítico 26, observo que la obediencia de parte los del pacto antiguo era absolutamente definitiva para poder recibir las bendiciones prometidas. Las bendiciones, en su mayoría, estaban condicionadas a la obediencia. Frente a lo cual decimos, gracias a Dios estamos bajo la gracia y no bajo la ley.
Pero eso pareciera que fuera como una licencia para desobedecer. Gracias a Dios por su gracia. La gracia de Dios es como Él, imposible de entender por parte de nuestra mente finita. Dios, por su gracia nos ha hecho y nos ha dado todo gratuitamente por la fe en Cristo y de esa misma forma nos ama, con amor eterno porque su gracia es eterna en Cristo. Dios por su gracia nos ha escogido para ser santos y sin mancha delante de él, porque nos ha hecho su propiedad privada, por lo cual nos ha sellado con su Espíritu.
Por tanto, dentro de ese enorme concepto de la gracia, Dios quiere que aprendamos a vivir para Él, en toda nuestra manera de vivir en su santidad, lo cual demanda despojarnos de nosotros mismos para agradarlo y seguirlo siempre fieles, por fe y obediencia a su palabra, dependiendo siempre para ello, del Espíritu Santo.
Te animo a estudiar las cartas a los Efesios y a los Romanos. Reflexiona en lo que te digo y verás como podrás vivir aquello, que dice: en el mundo tendréis aflicción pero confiar yo he vencido al mundo.
Reflexión 13.
– 211115