Perdonar no es propio de la naturaleza humana, pues según nosotros, podemos perdonar ciertas ofensas pero no todas. ¿Por qué? Porque nosotros somos egoístas, egocéntricos y ególatras por naturaleza.
Pero quienes hemos nacido de nuevo tenemos también la naturaleza de Cristo, somos una nueva creación en Cristo. Así que si permanecemos en Cristo según su palabra, Juan 15.4-5, si podemos perdonar.
Perdonar es la voluntad de Dios para cada uno de sus hijos especialmente para presentarse delante de Él, Mateo 5.23-24.
Por tal motivo, perdonar todo, no importando la gravedad de las profundas heridas que nos hayan producido los hechos de otras personas, sólo es de hombres y mujeres que verdaderamente han nacido de nuevo, que valoran en gran manera la inmensidad del amor y la gracia de Dios al darnos su perdón, que no merecemos, en Cristo; y que, además, viven bajo la influencia permanente del poder del Espíritu Santo, según la palabra de Dios.
De modo que perdonar a otros y reconciliarnos con ellos, es una prueba evidente que verdaderamente somos hijos de Dios, viviendo por su Espíritu, practicando la verdad y la justicia de Dios en Cristo Jesús.
Por otro lado, la falta de perdón produce graves enfermedades psicosomáticas y consecuencias muy graves, tales como la de no ser perdonados por Dios y, en su lugar, darle lugar al enemigo para que azote las vidas, en todo sentido, de quienes no perdonan. Confirme lo que digo leyendo con sumo cuidado Mateo 6.12-15 y 18.21-35.
Escoge ahora, qué prefiere, seguir sufriendo su martirio emocional, físico, moral, económico, social y espiritual; o, escoge rendir su vida a Dios y perdonar así como Él perdona. Lea con sumo cuidado Isaías 43.25 y 1 de Juan 1.5-10.
El perdón y la reconciliación nos liberan el Corazón, la mente y nuestro cuerpo de enfermedad para ser verdaderamente libres. Y liberamos a quien nos hizo daño.
El perdón y la reconciliación nos liberan el Corazón, la mente y nuestro cuerpo de enfermedad para ser verdaderamente libres. Y liberamos a quien nos hizo daño.
El perdón y la reconciliación nos liberta de amargura, odio, tristeza y nos permite tener una vida saludable, en armonía y mucha paz. Siempre he pensado que como hijos de Dios queremos el perdón de parte de él, pues de igual forma debemos brindar nosotros el perdón también.
El perdón y la reconciliación nos liberta de amargura, odio, tristeza y nos permite tener una vida saludable, en armonía y mucha paz. Siempre he pensado que como hijos de Dios queremos el perdón de parte de él, pues de igual forma debemos brindar nosotros el perdón también.
El perdonar trae descanso y la libertad para seguir orando ante el Dios supremo.
El perdonar trae descanso y la libertad para seguir orando ante el Dios supremo.